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viernes, 4 de abril de 2014

Diario (33)

4 de abril, 2014.

   Después de un recital, no diré dónde, se acercó la concejala local a hablar conmigo, supongo que en calidad de poeta consorte. Me soltó, muy terminante, que la literatura es importantísima para el entendimiento social, pero que tristemente en la izquierda estamos embotados con prejuicios hacia los escritores de derechas. Debo de tener una facha, pinta quiero decir, de lo más elocuente, porque hasta la gente sin prejuicios adivina mis inclinaciones políticas sin que yo se las diga ni por asomo, con sólo mirarme. Por no hablar de las lecturas que hago, que supongo que las llevo tatuadas en la frente, aunque no del modo que yo quisiera.

   Para empezar, en este país al menos un par de generaciones de izquierdistas leyeron a escritores de derechas en abundancia, entre otras cosas porque éstos eran obligatorios y los otros estaban prohibidos. No lo olvidemos. A lo mejor más que un prejuicio es una saturación. Literatura, Historia, Mitología surtida y hasta Derecho de derechas... de todo, vamos. Personalmente aún recuerdo haber visto en casa de mi abuela un buen número de libros por las estanterías forrados con papel de periódico, con el camuflaje de la clandestinidad. Mi tío Avelino los había dejado así incluso cuando dejaron de estar censurados, por motivos supongo que románticos o fetichistas o lo que sea.

   Por otro lado, yo distinguiría entre escritores con todas las letras y la patulea de los pataleos que campa por las columnas periódicas y saca de cuando en cuando algún volumen con su foto en la portada y sus opiniones sobre España o lo que cuadre recién paridas. Algunos salen a libro - tocho - por cuatrimestre, que no sé de dónde sacan el tiempo. César Vidal, el que afirmaba poner el culo contra la pared si veía un gay, publicó entre 2004 y 2005 la apabullante cifra de veintisiete volúmenes, que redactaba entre sarao radiofónico y aparición televisiva a un ritmo de casi catorce al año y apretando el ano además. ¿Quién podría seguirle? No es que seamos materialistas históricos imponiendo nuestra voluntad, es que resulta materialmente imposible quedarse con las historias. Es más fácil pillar a Correcaminos. Los otros de la troupe, los que hablan de la balcanización de España y el relativismo moral y tal, no sé... quizá es que tengo miedo de despertarme croata o croando como un sapo alucinógeno. Lo reconozco. Pero yo no diría que se trate de un prejuicio, sino más bien de que en la librería hay ejemplares mucho mejores, objetivamente, y hasta más baratos; de que una cosa es ser de la otra orilla ideológica y otra muy distinta gilipollas.

   No negaré que ha habido grandísimos autores conservadores, o incluso abiertamente fascistas. "Muerte a crédito" de Céline me lo he leído cuatro veces, y muchas de sus novelas un par, y por no salir del suelo patrio citaré a Cunqueiro, que fue un creador magnífico, un auténtico artista, y cuyas obras completas tengo en mucha estima y un lujoso volumen. O el genial Pla. El propio Bukowski, casi una vaca sagrada de la izquierda lectora actual, militó durante la Segunda Guerra Mundial en un partido nazi norteamericano, que ya hay que tenerlos bien puestos (cierto que más por dar la nota, que era lo suyo, que por convicción). Pero políticamente yo siempre he creído que fue un tipo bastante reaccionario en muchos aspectos, una especie de bohemio o libertario de las derechas, que por desgracia ya murió, porque de lo contrario se lo recomendaría encarecidamente para hacer una lectura en su Ayuntamiento. Hay muchos más, y a ninguno le cerré jamás la puerta ni los ojos por pensar tal o cual cosa, y habría sido simplemente un idiota de hacerlo. Pero ojo, tal vez no hablamos de lo mismo, como decía Rosendo: "me educo con el papus y no con el ABC", y sus editoriales y fulanos añadiría yo. Que sí, que a veces los leo... y dicen exactamente lo mismo que usted, oiga.

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