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domingo, 22 de diciembre de 2013

Un fragmento de Michel de Montaigne.

   "(...) Y aun cuando para revalorizar el poder absoluto de nuestra voluntad, alegase San Agustín haber visto a alguien que ordenaba a su trasero tantos pedos como quería y aun cuando su glosador Vives fuese más lejos con otro ejemplo de su época de pedos organizados según el tono de los versos que se recitaban, ello no supone tampoco la pura obediencia de este miembro; pues, ¿acaso existe otro por lo común más indiscreto y escandaloso? Además sé de uno tan turbulento y rebelde que tiene a su amo sin aliento tirándose pedos constantemente y sin remisión desde hace cuarenta años, llevándole así a la muerte. Y quiera Dios que sólo sepa por las historias cuántas veces nos lleva el vientre hasta las puertas de una muy angustiosa muerte por negarnos a un solo pedo; y ojalá que el emperador [Claudio, según Suetonio] que nos dio libertad para tirarnos pedos por todas partes, nos hubiera dado el poder para ello".

     (Michel de Montaigne: "Ensayos I", ed. Cátedra, 2012, pp. 151)

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