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martes, 28 de mayo de 2013

Dos poemas de Sergio C. Fanjul.

FREELANCE

no os quejéis

hay algo de romántico en ser freelance
algo de sicario de bandido
explorador de rebelde bucanero
surcando los mares del mercado laboral
algo de comando adelantado
de artista de romántico pornógrafo
de puta

.....

TAC

cuando la nube se tiñe de rosa por el este
me pregunto tantas cosas.
la tierra vista de noche desde el satélite
muestra una red de luces provocadas por el hombre,
vamos colonizando la superficie del planeta,
somos el moho, musgo del cosmos. cualquiera
que nos viera desde fuera diría: ahí están esos insectos.
yo estoy en el tac del centro de salud de pontones,
túmbate ahí,
baja la barbilla,
cierra los ojos,
no te muevas ni una pizca,
dice ella. soy un insecto en un tubo de ensayo,
siento los fotones ultraenergéticos girar
en mis convoluciones cerebrales.
soy un encéfalo afortunado, una red de neuronas
con la que trato de apresar el mundo:
el moho, musgo del pensamiento, pero también
una galaxia eléctrica. cien mil millones de impulsos,
tantos como estrellas, en los que viajan
nuestro amor, nuestro odio, nuestra vergüenza.

     (Sergio C. Fanjul: "La crisis", ed. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2013, pp. 48 y 55).

jueves, 23 de mayo de 2013

"Amor", un poema de Antonio Gamoneda.

Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.

Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.

Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.

     (Antonio Gamoneda: "Antología poética", Alianza Editorial, 2006, pp. 77)

martes, 21 de mayo de 2013

Mis tiranos favoritos (24).

     ROBERT MUGABE

     Nunca coincide con su principal opositor, Morgan Tsvangirai. La excepción que confirma la regla es que una vez sí lo hicieron, cavilando sobre la reforma de la Constitución de Zimbabue. Ninguno de los dos quería concederles derechos a homosexuales, ni hablar del peluquín. Aunque también es verdad que por distintos motivos, o más bien con distintos enfoques. Morgan aplicó la lógica científica, la estadística de estado. "Las mujeres son el 52% de la población... Hay más mujeres que hombres... ¿Qué necesidad hay de que los hombres quieran estar con otros hombres?", dijo. Aplastante. Su respuesta a la prensa - aunque en realidad fue una pregunta - quizá no habría sido igual de válida tratándose del lesbianismo, que también existe, pero bueno... lo dejaron estar. Y recientemente ha cambiado de opinión además, de presupuestos. Echaría mejor las cuentas. En cuanto a Mugabe su argumento era más de tipo humanístico, o subhumanístico para ser precisos, que matemático. "Nuestros antepasados se removerían en sus tumbas si permitiéramos algo así". Con Robert nos encontramos ante un hombre renacentista en toda la extensión de la palabra, con siete licenciaturas nada menos. Y que aparte sabe de antepasados lo que no está escrito, entre otras cosas porque él les otorgó tal condición a un elevado porcentaje de los más frescos. Hasta ese punto los conoce, como si fuesen de la familia, y no quiere ni oír hablar de tumbas retumbantes o muertos que se remueven, ni por supuesto de mariconadas. Una vez hasta le enviaron gansters gays. Con intenciones aviesas o traviesas o no se sabe muy bien. A denigrarle, a Él, besándose y esas cosas, practicando esa clase de inmundicias europeas. Unos tenían fotos de arrumacos y morreos en el móvil, y como es de ley los encarceló, por querer juntar las peras dirían aquí. Hace poco, en marzo, fue recibido por el nuevo Papa, el argentino humilde, y es de suponer que le explicaría bien la postura, la suya sobre el asunto en cuestión quiere decirse. Lo de los zombis en modo vibración.

     Edgar Tekere, un fenómeno. Una vez le preguntaron qué hacía un supuesto socialista como él conduciendo un Jaguar de lujo y explicó que había muchos enfermos sociales a los que tenía que atender con rapidez... Eran los años setenta y estaba en el asiento trasero de un Peugeot 404 (aún no habían llegado al poder), en una gasolinera de Salisbury, cuando de pronto un tipo saltó una verja de seguridad, avanzó con cautela hacia el coche y se sentó a su lado. Era Robert. Les condujeron por caminos secundarios, o sea, sin militares incómodos, a un lugar llamado Nyafaro. Propiedad del jefe Rekayi y su esposa Mbuya, que además de la granja tenía posesiones mucho más trepidantes. De los antepasados en concreto. Al verles le vino el espíritu del padre de Rekayi. "Se agitaba y luego se calmaba; se agitaba y calmaba otra vez". Un pire serio. De pronto se le puso la voz cavernosa, como de grabación computada, y le dijo a su esposo - o su hijo en ese trance - que tenía que sacar a aquellos fulanos de allí a toda leche. Puede que fuese una excusa de la señora para que no le saqueasen la alacena aquel par de ventosas aventajadas, no es descartable, pero el hecho es que emprendieron camino, a pie esta vez, hacia Mozambique. Rekayi con tabaco de mascar para conjurar a las ánimas adversas. Por el camino, en una zona de alta vegetación, se oyó uno de esos rugidos como para girarse rápido. Era de mhondoro, ¡el león!, o sea que espíritus de lianje real nada menos, antepasados de los gordos comunicándose con toda claridad. Pero Mugabe seguía a su bola, no se enteró, una actitud que sólo puede ser descrita como temeraria desde cualquier punto de vista. Los otros dos se quedaron a colores: "¿De verdad no lo has escuchado?". "Que no, hostia... Estaba con el Hakuna Matata en el mp3...". Como augurio no podía ser peor, nefasto, y no es moco de pavo allí no procesar algo tan grande, semejante mensaje. Su sordera ante mhondoro era toda una señal ancestral disuasoria para quienes iban a ser gobernados por él en breves. Como un gigantesco STOP os pedimos: éste es estúpido...

     De hecho la esperanza de vida de una mujer en Zimbabue era de 61 años en 1991; en el 2006, de 34. De las más bajas del mundo según la OMS. Hay unas 400 muertes diarias por el VIH, los niños caen casi al nacer y el paro llega como mínimo al 80%. Etnias diezmadas, migraciones masivas, cortes de electricidad de veinte horas diarias, programas y pogromos de "limpieza" en las barriadas, sacudidas de inflación del diez mil por ciento anual.  No soy un experto en espectros, pero tengo para mí que, a lo mejor, al que le están pidiendo que deje de dar por culo es a él, y que lo que pasa es que ni entiende bien ni deja entender con normalidad. No sería la primera vez.

   

domingo, 12 de mayo de 2013

Un fragmento de Francisco Umbral.

   "Mas la violencia está en la calle, el maretazo oscuro de la política, y pasa otra vez el ala nocturna del miedo, canta la sangre y el dolor, y hay grumos humanos, embolados, atropellos de luz en la luz, de sombra en la sombra. Algo está pasando. Así camina la Historia, hijo. A golpes, a traspiés, con latigazos de sangre y gritos de odio. A días veo muy claro el progreso dialéctico del mundo, el ensanchamiento de la humanidad, las luces venideras del futuro. Pero a días todo está negro, hijo, cargado de inminencia, obcecado de fatalidad.

   El mundo reposa en la explotación y se desplaza por la guerra. El mundo descansa en el explotado o avanza sobre cadáveres. Puedes elegir entre la esclavitud y la muerte. O ni siquiera eso. Eligen por ti. El hombre sólo ha sabido erigir escaleras de peldaños humanos. Todo se hace a costa de alguien. Enseñar Historia o grandes monumentos es enseñar crímenes. Vivimos sobre el terreno pantanoso de los explotados, pisamos las arenas movedizas de inmensas extensiones de sufrientes. Landas de sangre iluminan nuestro paisaje.

   ¿Avanzamos en círculo, en línea recta, en zigzag? ¿Avanzamos siquiera? Mira a un obrero de cerca. "Es tan persona que asusta", como dijo alguien de otra cosa. Hay tras él generaciones de esfuerzo, viene del fondo revuelto y gremial de los oficios, las epidemias y el hambre. Qué genealogía de pestes, qué siglos de Historia taraceados en sus manos, en su frente.

   El ocio, la belleza, la cultura, borran el pasado. Los que se quieren insignes, nobiliarios, carecen realmente de tradición, de historia, como un objeto demasiado nuevo. En quienes está la Historia es en los pobres. Todo puede leerse en ellos.

   Batallas, trabajos, sufrimientos. La historia de las enfermedades y la historia de los monumentos. Todo está en el cuerpo de un obrero. Han movido el mundo. Han hilvanado en su pecho desnudo los fríos prehistóricos, las hambres medievales, la esclavitud romana, el esfuerzo gótico, la hoguera cursiva de las revoluciones y la geometría negra de las cárceles. Mira a un obrero.

   La escritura musical de Beethoven y los sonetos miniados de Shakespeare. Todo ha sido escrito sobre la piel del pueblo, porque sin esas columnas de esfuerzo, sin ese subsuelo de sangre, nada se habría mantenido en pie. Pero cada obrero es una mina que estalla. La cultura luce sobre un campo de minas. Así, todo es provisional. Habría que hacer justicia, hijo, de una vez para siempre, no sólo por la justicia misma, no sólo por el hombre, nuestro hermano, sino por abolir la provisionalidad de la Historia, por darle un firme verdadero al mundo. Todo se ha fundado sobre un equívoco, sobre un engaño, sobre un malentendido, sobre una falsedad. De modo que nada se ha fundado verdaderamente. Nos sentimos provisionales porque pisamos víctimas. La Historia no ha empezado. El tiempo y la cultura sólo son un error. Dejaremos de ser provisionales cuando seamos justos".

     (Francisco Umbral: "Mortal y rosa", ed. Destino, 1994, pp. 108-110).

viernes, 10 de mayo de 2013

Mis tiranos favoritos (23).

     MSWATI III DE SUAZILANDIA

     En su penúltimo cumpleaños recibió como presente un avión para su uso privado, financiado íntegramente - se supone - por "anonymous sponsors". Sponsors Anónimos es una asociación de hombres y mujeres que tratan de superar su adicción a hacer donaciones de lujo siguiendo un sencillo programa de doce pasos, aunque en este caso lo que hicieron fue más bien un pasote, ya que el DC-9 de marras con todo el equipo costaba unos cuarenta y cinco millones. Me figuro que sería una recaída masiva pero sin impuestos. Vaya por dios. Se ve que les pudo la piedad, una apasionada compasión. La economía de Suazilandia, al contrario que la de Switzerland - su casi homónima donde también donan anónimos -, marcha de culo y sin frenos. Se estima que entre un sesenta y un setenta por ciento de la población tiene una renta inferior a un dólar diario, y bajando, por lo que ni haciendo porra entre todos podrían haberle regalado un perrito piloto a su rey. Él se había comprometido solemnemente a ser menos derrochador en sus siempre caros natalicios, incluso les había pedido a los invitados que llevasen cada uno una vaca a tocateja para hacer bocatas; así que es probable, o mejor dicho posible, porque pruebas no hay, que esos misteriosos benefactores se desprendiesen de semejante pastón por una suerte de empatía, además, claro está, de esa extravagante patología suya de dar limusinas aéreas a los millonarios como limosna... Porque otra explicación cabal no cabe. Pensar que Mswati III pudiese haber malgastado buena parte del presupuesto nacional - el doble de lo invertido en sanidad - en un simple capricho cumpleañero, y faltando a su palabra para rematar, me parece muy poco juicioso por su parte. No resulta creíble.

     Aparte de sponsors también le sobran esposas. Muy apuesto no es que sea: está pelín fondón y viste muchas veces conjuntos que realzan las reales lorzas, así sin camisa y con lanza. Al verle por primera vez pensé que era un coco de Hello Kitty, un huevón de Pascua, con pompones para hombre en el hombro, su cachava llena de cachivaches y el taparrobos en su caso bien atado y atávico. Cierto que son ropas típicas de allí, en realidad las más regias, y en ese sentido no creo que desmerezcan al lado de cualquier otro traje regional, el de mi tierra incluido, ni tampoco con los diseños para que suban bien el nivel y la raya que aquí se venden como el último grito, y que buenas ganas dan de soltarlo en general. Pero aclarado que su indumentaria no le hace peor ser humano queda por saber cómo es que le permite ser el gallo de un harén, porque eso sí que es tela con semejante facha, ya sea en el África profunda o en la aldea de Mr. Potato. Evidentemente no da la talla. Digamos que su tronazo incluye una chorba al año, como mínimo. Hay un ritual llamado umhlanga, "la danza del junco", en el que unas ochenta mil vírgenes (o eso dicen) bailan ante él y su madre, "la mujer elefante", con las tetas bamboleándose (ellas) para que elija a la más ligera o a la que le mueva mejor el palote. Participar es obligatorio al menos una vez en la vida para cualquier mujer de Suazilandia, y aquella a la que el rey escoja no puede negarse a contraer matrimonio. Su única opción para escapar del pacón y la paquiderma es no quedarse embarazada, porque antes de casarse tiene que estarlo; aunque en ese caso se la repudia, que es un término que tampoco es que suene muy agradable. Si bien en esa tesitura puede que hasta lo sea... Y eso que a cada esposa le "esponsorea" un palacio y coches de lujo y todos los complementos personales y de personal, que para algo es uno de los reyes más ricos del mundo. Según la revista Forbes está entre los quince primeros.

     Claro que en lo que de verdad destaca Suazilandia, donde ya pulverizan todos los récords, es en el porcentaje de habitantes infectados por el VIH. La consideración del rey notable, pero la población con sida atómico. Son la vanguardia. Mswati III hace lo que puede: además de la oposición y los artículos de prensa terroristas ha prohibido la minifalda, y en su día se decretó, además del estado de excepción permanente, la castidad obligatoria para las mujeres menores de dieciocho años (veintiuno en algunos textos), so pena de multa. Tenían que llevar una borla (tassel) para indicar su condición virginal (virgin status); y si éso no disuadía lo suficiente pues ya alejar de manera más directa a los moscones zurrándoles pícaramente con los hilitos de la borla, como las bovinas con el rabo. Muy bien pensado en mi opinión. ¡Si es que lo que no se le ocurra a Mswati!... Lo malo es que también se le ocurrió casarse con una menor, y tal decisión como que contravenía un poco su propia ley. Menudo atolladero. Aunque la solución era obvia: "¿De cuánto es la multa?". "Una vaca, Majestad". "¡Pues la pago!". Tendría por ahí alguna que le sobró la de última barbacoa oficial y la embutió en las arcas públicas, prefiero no imaginar cómo... Cuando piense en vacaciones no piense en Suazilandia.

     Este año recibió otro regalo de cumple estupendo: treinta y dos BMW nuevos. ¿Esos viciosos de Sponsors Anónimos? Quizá... La cifra es extraña. No es la de su edad, ni la de su número de esposas, ni la de sus años de reinado... parece puramente azarosa. La única con la que coincide, que yo sepa, es con la de la esperanza de vida que se tiene allí: 32. Aunque no creo tampoco: éso ya sería aun peor que poco juicioso: abominable con todas las letras. Incluso para un payaso perverso como él.


martes, 7 de mayo de 2013

Dos poetas argentinos.

   [Fabián Casas]

Sin llaves y a oscuras

Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.

Entonces salí al pasillo para tirar la basura
y detrás de mí, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así también podría ser la muerte:
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro
la basura en la mano.

          * * *

   [Martín Prieto]

Cinco

La familia llegó en bicicleta.
Ataron los rodados a la baranda
y se largaron con las cañas barranca abajo,
a pasar una tarde de pesca. El padre dijo:
"Si lo encuentro a ese negro hijo de puta
saco la cuchilla y le corto el ojete a rebanadas".
La mujer y los hijos no le contestaron.
Tal vez porque creyeron que alardeaba.
O porque creyeron que decía la verdad.
Yo, que ya no creo en nada,
que ni siquiera profeso la religión de lo real
y que olvido lo que veo
porque la experiencia
tiene el mismo valor que un argumento,
sólo pensé: "En cualquiera de los dos casos,
que no lo encuentre".

          * * *

     ("Antología de la nueva poesía argentina", ed. Perceval Press, 2009, pp. 13 y 69).

"Amor mayor", un poema de Wilfred Owen.

     [Poema escrito en 1917, durante una invalidez transitoria del autor a consecuencia de su participación en la Primera Guerra Mundial. Corregido en 1918, antes de volver al frente, donde moriría en noviembre de ese mismo año]

No es tan intenso el rojo de unos labios
como el de aquellas piedras que besan nuestros muertos.
El dulce lamentar de plañideras
sólo inspira vergüenza a su amor puro.
¡Oh, Amor, tus ojos pierden todo encanto
cuando veo otros ojos, por mí ciegos!

Tu exquisita figura no retiembla
como retiembla un cuerpo apuñalado
que cae allí donde parece
que a Dios ya no le importa,
hasta que el fiero amor que lleva dentro
lo apretuja en un túmulo de muertos.

Tu voz, aunque yo pueda compararla
al viento que murmura en los tejados,
aunque amada por mí, no es tan amable,
tan clara y delicada como aquella
de los hombres que ahora nadie escucha
pues la tierra ha acallado el ruido de sus toses.

Corazón, corazón, no has sido nunca
grande como el que recibe un disparo.
Y, aunque tu mano sea pálida,
lo son aún más aquellos que secundan
tu carrera a través de llamas y alaridos.
Puedes llorar, pues no puedes tocarlos.

.....

GREATER LOVE

Red lips are not so red
As the stained stones kissed by the English dead.
Kindness of wooed and wooer
Seems shame to their love pure.
O Love, your eyes lose lure
When I behold eyes blinded in my stead!

Your slender attitude
Trembles not exquisite like limbs knife-skewed,
Rolling and rolling there
Where God seems not to care;
Till the fierce love they bear
Cramps them in death's extreme decrepitude.

Your voice sing not so soft, -
Though even as wind murmuring through raftered loft, -
Your dear voice is not dear,
Gentle, and evening clear,
As theirs whom none now hear,
Now earth has stopped their piteous mouths that coughed.

Heart, you were never hot
Not large, nor full like hearts made great with shot;
And though your hand be pale,
Paler are all which trail
Your cross through flame and hail:
Weep, you may weep, for you may touch them not.

     (Wilfred Owen: "Poemas de guerra", ed. Acantilado, 2011, pp. 20-21. Traducción de Gabriel Insausti).

domingo, 5 de mayo de 2013

Mis tiranos favoritos (22).

     GILLES DE RAIS

     Su padre falleció del jabalí, a dentelladas, y fue como un destello fabuloso para él, que todavía era un alevín. Hay que matizar que tampoco tenían mucho trato, y que nos encontramos en la Edad Media, en plena Guerra de los Cien Años y las ya cansinas irrupciones de peste y todo el percal de catástrofes apocalípticas y danzas de la muerte en corro. O sea que aquello del progenitor yéndose por el estómago era un poco como la sesión infantil de la época, el Otro Barrio Sésamo. Estuvo observándole durante su larga agonía sin mover un músculo, petrificado, aunque según los rumores nada dolido y casi relamiéndose. Ahí dicen que fue donde se vició con la sevicia hasta el extremo de que incluso llegaría a afirmar años más tarde: Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos. Su tío-abuelo había sido Bertrand du Guesclin, el mercenario al servicio de Enrique de Trastámara, conde de Noreña y las pueblas de Gijón, Chillón y Allandes (vaya tribus) y más tarde Enrique II, durante su contienda con Pedro I el Cruel. Todo un trío de ases asesinos, al que habría que agregar al Príncipe Negro, otro buen ogro, y poner ya cara de pocker para que no te cazase la mano ninguno. Bertrand andaba por ahí con su hacha favorita comandando las Compañías Blancas, tan salvajes que hasta se había prohibido que fuesen en grupos superiores a doscientos por si se les iba la olla más de lo pactado - en una breve escala en Barbastro prendieron fuego a la torre de la catedral e robaron e destrujeron de todo punto Barbastro como havian fecho e ficieron en otros lugares de Cataluña e de Aragón. El tito Bertrand, un yayo entrañable vamos, como el de los caramelos... Ya era famosa la familia por sus malos humos, y tan poderosa en Francia como el mismísimo Rey. Gilles quedó bajo la custodia de su abuelo, Jean de Craon, no demasiado apreciado en la corte por sus veleidades y dotes de salteador. Le había guindado en una ocasión las joyas a la duquesa de Anjou, por la cara y las más caras, y eso quizá le había cerrado algunas puertas. Bueno, en realidad las atrancaban con vigas y ponían a calentar alquitrán si le veían venir, con sólo otearle en la distancia. El abuelito, básicamente, le ponía hasta la bola de alcohol y le instruía en las artes guerreras, las más guarras. Alabarda, daga ballock, espada, lanza, arco... todas las disciplinas y cabronadas. Ahí fue cuando mató por primera vez, practicando. Le pudo la impaciencia. Ya estaba harto de monigotes y peleles de trapo y le dio un puñal a un sirviente pálido y debilucho, un tal Antoine, al que acto seguido atravesó de una estocada para ver sin parpadear siquiera cómo se desangraba, la maravilla en ebullición. Al abuelo Jean le costó alguna moneda indemnizar el suceso, aunque seguro que asintió orgulloso. "¡Qué cosas tiene mi nieto!".

     Le pirraba leer, y sobre todo a Suetonio, las "Vidas de los Césares". Era su libro de cabecera. Tiberio, Calígula, Nerón... no había desperdicio. Algunos eran un poco callos, pero aquéllos... ¡fascinantes!. Tipos de gran cordura además, sólo un poco incomprendidos. No había tiempo que perder para emularles y antes de cumplir los dieciséis patrocinó una tropa y tomó el castillo de Chantoceau, donde estaba el duque de Bretaña cautivo. Él mismo combatió en la vanguardia, degollando con gallardía hasta al bufón, a mandoble limpio, y dada su escasa edad todos se quedaron bastante sorprendidos con el arrojo del joven. Con sus cojonazos bretones, en román paladino. El duque le nombró sin más su lugarteniente, y como aparte le salían los títulos y el oro por las orejas al chaval (barón de Laval y un largo etcétera era) no tardó en convertirse en uno de los más respetados y temibles señores de la guerra del país. Sus compañeros decían que un espíritu demoníaco le poseía al luchar, y con veintidós años ya encabezaba bien avezado su propio ejército. Aunque de pronto irrumpió en escena otro personaje histórico: Juana de Arco. La chorba de las visiones y misiones sobrenaturales. Venía con instrucciones precisas del arcángel San Miguel y de las santas Margarita y Catalina, y aun de más alto, para aniquilar sin misericordia aquel franco incordio de los ingleses; y su aparción o apariciones fueron para Gilles fue como un trallazo redentor... una llama blanca, diría él mismo. Más jevi que lo del jabalí. El sádico cayó rendido a los pies de la santa, fulminado por la iluminación. Él mismo le pagó la yegua y una coqueta armadura blanca en Tours de Francia. Un pendón finamente hilado también, con emblemas surgidos de los susurros y fogonazos celestiales: lirios, angelotes con la divisa de Jesús y María y la de dios... Después el escudo azul en el que salía una paloma rutilante, como parida por un sol panzudo, que llevaba un pergamino sujeto en el pico con la leyenda: Por orden del Rey de los Cielos. Congeniaban de lo lindo los dos, menudos subidones maquinando reconquistas a degüello y por ahí de compras. Al ver la buena onda con Juana el delfín nombró a Gilles su protector (el delfín, aclaro, era el futuro Carlos VII, no una visión). De modo que ya podían ponerse a matar guiris a mazo con ese divino amor; montar un cataclismo milagroso contra los otros católicos, los de la isla, que se ve que eran creyentes más irregulares y con fe descafeinada. Porque en esencia fue lo que hicieron: una remontada épica del conflicto de la que hay hasta películas, con Juana al extremo en la delantera y Gilles de ariete. Pero seguir sembrando Europa de fiambres en resumen. Nada nuevo en ese sentido.

     A él le nombraron Mariscal de Francia, y en cuanto a ella sus pronósticos comenzaron a cojear cada vez más hasta que la cogieron. Tras algunos trámites fue casi directa a la hoguera. Aquello le afectó muchísimo a Gilles, tanto que no le quedó más alternativa que dedicarse a las farras continuas y la nigromancia. Vale, había otras, pero fue la que eligió. Supongo que la santidad está bien como experiencia, aprende uno cantidad y encantado, claro que así como forma de vida extenúa, llega un momento en que aburre tanto rezar, aborrece. Gilles además tenía un temperamento sanguíneo, más de calaveradas y rugir en la orgía. Digamos que volvió a encontrarse a sí mismo, como explican los manuales de autoayuda - que también menudo nombre de paja fina les han puesto. Desde entonces siempre era domingo en sus dominios. Monsieur de Rais no se privaba de nada y en la comarca se privaba de todo: coñacs cañeros, vinos con especias, licores de los que te transforman en dragón al segundo trago, birra por barriles... Montaba barras libres a diario, casi a todas horas, rascando las arcas y los arcanos que daba gusto. Por no hablar, también, de los banquetes medievales con banquetazos después y las juergas hasta el amanecer amenizadas con juglares, que de todo había. Torneos y más justas que las del ángel de la guarda. Un despilfarro sin tregua. Financió lo que hoy se llamaría una superproducción: El misterio del sitio de Orleans, un homenaje a su añorada Juana. Ochenta mil coronas de oro se fundió, un fortunón, el precio de un castillo potente con vistas al mar, varios tercios armados y cestos con orejones para obsequiar a las visitas. Veinte mil líneas de guión consiguió, en octosílabos. Ciento cuarenta actores y quinientos figurantes, y nada de vestuario y uniformes de atrezo vulgar: réplicas auténticas, con telas de las caras. Se representaba del alba al crepúsculo en distintos rincones de Orleans, con andamios y plataformas y un entramado colosal rodeando los escenarios, y por supuesto sin que nadie tuviese que pagar entrada. Ni un cobre. Incluso para alguien tan acaudalado como Gilles aquello era un sobrazo, un derroche insostenible. Le construían golondrinas mecánicas, frankensteins de la época... cualquier majara con planos a boli de algún engendro demencial era bienvenido a la fiesta perpetua, sin reparar en gastos. Si rechazaban tu ingenio giratorio en París podías ir a Champtocé, Machecoul o Tiffauges, allí subvencionaban humanoides de palo y autómatas trepidantes sin hacer preguntas, ¡y luego jarana gratis! Pronto el presupuesto empezó a tiritar, aún se sostenía pero menguando a pasos agigantados. Se piraban las monedas como si estuviesen endemoniadas.

      Aunque Gilles ya lo había previsto, faltaría más, y tenía un plan de choque para reponer efectivo. Entre toda la caterva de inventores pasados había contratado a Francesco Prelati, latinista distinguido y diestro sobre todo en alquimia. Estaba a un tris de alcanzar la transmutación de los metales Francesco. Le faltaba... nada, un hervor, que esmerilase la masa fétida y dejasen de romper tan pronto aquellas malditas pompas. Un par de borboteos que implosionasen creando un monolito enérgico, resplandeciente, y lograría la piedra filosofal, estaba seguro. Oro por un tubo en remolino, con sólo tocar el plomo. ¡Carretas!  Para consumar la creación necesitaba un laboratorio bien equipado: pipetas gruesas para cerar sólido, alambiques imbricados, sublimadores, buenos canutos de cristal. Tener a raya a los agentes contaminantes también, templar a los diablos y conseguir su colaboración, para lo cual bastaba con algún que otro ritual tenebroso y ponerse a escribir un libro mágico con sangre de niños. A Sire Gilles las condiciones le parecieron óptimas. Por un lado, casualidades de la vida, sacrificar críos era una de sus aficiones secretas, algo que llevaba tiempo haciendo en sus haciendas. Ya contaba con la infraestructura incluso: una labriega lóbrega llamada Perrine, que los engatusaba con confituras; secuaces tochos de confianza; el deán de la Ferrière, un jorobado mofletudo de pésimo talante que dirigía un coro infantil que - casualidades de la vida - el propio señor de Rais mantenía y alimentaba. Todo ventajas... y teniendo en cuenta además que la oferta incluía el asesoramiento de Barron, el mensajero del Averno que iba a verles, y alguna eventual cópula furtiva pero sin complejos con Francesco, brujo para todo. Ni en la teletienda se enrollaban tanto. De manera que, con ese espíritu, se pusieron a trajinar sin descanso. A guisar azufres y despedazar muchachos, centenares. Gilles hasta guardaba un tiempo las cabezas para hacer concursos de belleza con ellas y sus macarras macabros: "¿Cuál os gusta más?... ¿Ésta?... ¿Ésta otra?...". A la más extracorpórea la besaba y la casquería, natural, se la ofrecían a Satanás en un cuenco, ya bien colada y eyaculada, para ver si se espabilaba con lo de la conversión de los elementos. Sin acelerarse pero bueno, cuanto antes mejor, que ya empezaba a estar un poco pillado.

     Baste decir que había tenido que desprenderse de algunos terrenos para mantener el tren. Propiedades ancestrales de la familia, con valor sentimental también. El castillo de Étienne-de-la-Mer-Morte por ejemplo, un chabolón almenado con toda la finca. Pila de hectáreas y campesinos para explotar y de protección oficial. Lo adquirió Guillaume Le Ferron, tesorero del duque Juan V. Al principio bien, los emisarios se pusieron de acuerdo en el precio y hasta quedaron para la primera entrega. Pero el adelanto fue raquítico, una miseria, y Gilles necesitaba la pasta contante en la mano para las timbas y encantamientos, no aquellos cuatro chapos pochos que le daban como si fuese un menesteroso cualquiera. Porque encima, los muy uñas, ya habían tomado posesión de la fortaleza. Así, por la patilla, toda aquella quincalla de okupas y fulleros del quince. Montó en cólera y partió al mando de una columna a la iglesia donde oficiaba el hermano de Guillaume, Jean Le Ferron. Un domingo de Pentecostés, enarbolando un hacha, como el tío-abuelo Bertrand con los bárbaros del sur. Entró en mitad de la liturgia con doce hombres que apuntaron con sus espadones a la congregación de fieles, por si alguno objetaba, y sacó al cura a collejas, a patadones, dándole bien de leches fuera. "¿Y tú hablas de beatitud?... ¡Burlanga!... ¡Carapijo!... ". Lo ató a su caballo y luego condujo la plasta de carne temblorosa a rastras hasta sus mazmorras, que menudos cubiles mohosos debían de ser, y se escanció seguramente en sus estancias un buen copón engastado con pedrería de las depredaciones, para aflojar un poco las tuercas y relajar. La falsa bondad y la falta de honradez le sacaban de sus casillas. No podía con ellas. ¿Duques? ¿La Inquisición?... ¡Una panda de orinales podridos de corrupción todos!¡Que le fuesen a buscar si se atrevían!... Sólo Juana había brillado de verdad entre toda la chusma de hombres falsos y sus artificios. Sólo la menuda Juana, encerrada en ese fuego cegador...






jueves, 2 de mayo de 2013

Un poema de Omar Pimienta.

Camino a una fiesta comprendí
por primera vez
el alcance de la muerte
la station-wagon de mi padre
el mundo inagotable de mis 8 años

no recuerdo cómo o por qué pregunté si yo también moriría
Don Marcos y Doña Sara lo afirmaron con toda naturalidad
no quise bajarme    no tenía sentido    moriría de cualquier forma
lloré y me quedé dormido en el asiento trasero

desperté en una sala desconocida
rodeado de gente mayor
bebían    reían    bailaban    comían
con la grotesca gesticulación que tenemos
                                             los mayores en las fiestas

en las celebraciones de mis padres nunca había otros niños
los restos de las bebidas eran sólo para mí

Don Marcos tenía 58 años    Doña Sara 53    yo era su último hijo

la muerte no era un lugar tan lejano
se presentía en las cumbias
se dibujaba en los manteles con las manchas del descuido

Esa noche entendí muchas cosas    de la mayoría no me acuerdo
de comprender el alcance de la muerte sigo un poco triste
lo que sí me quedó muy claro
                                              fue la importancia de las fiestas.

     (Omar Pimienta: "Escribo desde aquí", ed. Pre-Textos, 2010, pp. 17 y 18).