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miércoles, 30 de enero de 2013

"Hueso", un poema de Óscar Hahn.

Curiosa es la persistencia del hueso
su obstinación en luchar contra el polvo
su resistencia a convertirse en ceniza

La carne es pusilánime
Recurre al bisturí a ungüentos y a otras máscaras
que tan sólo maquillan el rostro de la muerte

Tarde o temprano será polvo la carne
castillo de cenizas barridas por el viento

Un día la picota que excava la tierra
choca con algo duro: no es roca ni diamante

es una tibia un fémur unas cuantas costillas
una mandíbula que alguna vez habló
y ahora vuelve a hablar

Todos los huesos hablan penan acusan
alzan torres contra el olvido
trincheras de blancura que brillan en la noche

El hueso es un héroe de la resistencia

(Óscar Hahn: "La poesía del siglo XX en Chile. Antología", ed. Visor, 2005, pp. 152)

Mis tiranos favoritos (11).

     SÉKOU TOURÉ

    Hubo múltiples complots contra él. En 1960 uno organizado por intelectuales tarados y fuerzas decadentes. Al año siguiente fueron elementos de extracción feudal y anarquista con el apoyo de las embajadas imperialistas y soviéticas los implicados (o sea, que quedaron cuatro o cinco por participar). También los pequeños comerciantes en 1963, o, en 1965 - ya algo más crecidos - los grandes comerciantes; médicos, quintacolumnistas de las SS nazis que escaparon de Núremberg a Guinea, la etnia fulbé... ¡hasta los futboleros con vuvuzelas debieron de apuntarse a algún potencial magnicidio de los de entonces! Y es que con Touré eran constantes, tipos de lo más viciosos sus compatriotas. Contaba que en cierta ocasión se le averió el coche y mientras lo reparaba escuchó a una banda de terroristas hablando de matarle. No por la radio, sino allí mismo, a escasos metros. Al salir solía llevar escolta, pero ese día no, se le había olvidado en palacio, ¡todo y toda una contrariedad! Aunque lejos de amedrentarse se acercó a ellos caminando con pose de pecholata sobrado de pelotas para pedirles un gato - tal cual lo relataba. Encarándoles con ese garbo consiguió que aquellos depravados huyesen despavoridos, sin el menor ánimo de prestárselo. Menos mal que eran unos terroristas un poco cagones, porque si no tal vez podrían habérselo cargado. Claro que Sékou era así: un fabulador fabuloso. Por donde él pisaba no volvían a creer los polígrafos. Yo no digo que todo lo que diga sea siempre verdad, pero yo diré siempre la verdad... Mi palabra no es una montaña... Así se las gastaba tergiversando.

     Se había ascendido a Infalible Responsable Supremo de la Revolución, aunque también le hacía gracia que le llamasen cariñosamente Sily (con una ele: elefante). Publicó más de cincuenta obras sobre todo tipo de temas, con consejos culinarios incluso. Para desayunar recomendaba un buen tazón de lafidi - nada de té o café - y... ¡tortas!, que quitan el hambre y dan brío. Si no estabas a favor del menú la especialidad del chef era la llamada "dieta negra", que consistía en la privación absoluta de comida y agua; dieta eficacísima para perder peso político que tuvieron que probar desde varios ministros a un jefe del ejército. En realidad la ideología oficial de Guinea era el llamado pensamiento Sékou Touré. Comprendía desde las matemáticas a la antropología y la religión, y por supuesto era el que se enseñaba en escuelas y universidades. Lingüística también, como pudieron comprobar los asistentes a una reunión de la UNESCO, que recibieron una prolongada clase magistral gratis. Con tanto como abarcaban sus discursos eran inacabables, podían durar hasta ocho horas horrorosas. Sin embargo su aportación más emblemática fue de tipo político: un sistema al que denominó comunocracia (financiado en parte por el Banco Mundial, a instancias de EEUU), con el propósito de crear un Nuevo Hombre Africano. Se trataba de un cóctel bastante libre, de barril, entre el marxismo y algunas máximas de la chata de los globos. Todo bien agitado y con rodajas de disidente.

     Le gustaba presentarse como un anti imperialista de pro. El hombre que había conseguido que se fuesen los franceses del país, y una tercera parte de la población de paso - aunque también logró, eso sí, que les visitase Harry Belafonte y recatar a base de recortes los peinados ye-ye. Con esas tendencias no es de extrañar que el franco se devaluase hasta el punto de que si dabas de limosna un billete de cien te lo devolvían con un pin de Hello Kitty de regalo para la solapa, y lo mismo ocurrió con la nueva moneda - una monada - que sacaron: el sily, con una sola ele otra vez. Suerte que los norteamericanos apoyaban económicamente a aquel peligroso gobierno de izquierdas, y la España franquista, y al final hasta el Vaticano, que acabó dando su bendición, y en fin, los franceses también, qué cojones... no iban a estar siempre de morros. De hecho en 1976 tuvieron que echar mano de una ley del siglo diecinueve para prohibir la publicación allí de un libro: "Prision d'Afrique", donde se relataban las atrocidades de Boiro, un campo de exterminio para reticentes con decenas de miles de víctimas. En cuanto Sékou dejaba de diquelar a los díscolos sacaban un libro, como churros, como él. Menos mal que para según qué cosas siempre se puede contar con los socorridos capitalistas, que valoran más el uranio que a los seres humanos, que si no quizás habrían llenado los estantes extranjeros con sus tonterías: todo propaganda anti anti imperialista y letra impresa sobre los presos. Porque había títulos y relatos como para aburrir en espera, un aluvión de resentidos a los que habían toureado pero bien... gente aviesa y sin visión. No intelectuales de su categoría.
   

   

lunes, 28 de enero de 2013

Dos poemas de J. Jorge Sánchez.

IV

No se contesta a las mismas preguntas siempre,
como si el cuestionario
se entregara de generación en generación,
fotocopiado,
para reunir la encuesta eterna
o resolver el enigma de la esfinge
y proclamar los ganadores
al final de los tiempos.

.....

La lluvia funda
toda distinción.

Es porque llovió,
y llueve,
en cualquier lugar
que el sol ilumine,
que lo extraño,
sin dejar de ser secreto,
se representa en el responder.

No hay visión más nítida
que la que sucede a la tormenta:
limpio, el ser, por unos instantes,
se deja mirar sin resistirse,
separándose y reluciendo
como si hubiera,
en su interior,
una claridad
que le acompañara siempre.

(J. Jorge Sánchez: "Bajo la lluvia", ed. LVR, 2012, pp. 43 y 137. Poemas acompañados con fotografías de José Naveiras García).

domingo, 27 de enero de 2013

Dos poemas de Nâzim Hikmet.

Carbunco

Sobre dos columnas de la primera página yacen
                                              dos niños desnudos
sobre dos columnas de la primera página
                                             con la piel en los huesos.
Tienen la carne agujereada, reventada.
Uno es Diyarbakir, el otro Ergani.
Tienen los brazos y las piernas raquíticos
enorme la cabeza
y un grito pavoroso en sus bocas abiertas
en la primera página dos ranitas aplastadas a pedradas.
Dos ranitas
dos hijos míos enfermos de carbunco.
Quién sabe cuántos miles se nos van en un año
sin haber podido saciar siquiera su sed.
Y el señor subsecretario:
(así lo agarre el carbunco)
"No hay ningún motivo para preocuparse", dice.

                                     3 de agosto de 1959
.....

Los cantos de los hombres son más bellos que los hombres,
                        más esperanzados,
                        más tristes
                  y de más larga vida.
Más que a los hombres he amado sus cantos.
He podido vivir sin los hombres
                   pero nunca sin sus cantos.
Nunca me engañaron los cantos.

Cualquiera que fuera su lengua, siempre los he comprendido.

En este mundo, ni la comida, ni la bebida,
                          ni los paseos,
                          ni las cosas que he visto, oído,
                          palpado, comprendido,
                               nada, nada,
                      me ha hecho tan feliz como los cantos...

                                     20 septiembre de 1960

(Nâzim Hikmet: "Últimos poemas. I. 1959-1960-1961", ed. del oriente y del mediterráneo, 2009, pp. 48-49 y 120-121. Traducción de Fernando García Burillo.)

miércoles, 23 de enero de 2013

"Belleza cruel", un poema de Ángela Figuera Aymerich.

Dadme un espeso corazón de barro,
dadme unos ojos de diamante enjuto,
boca de amianto, congeladas venas,
duras espaldas que acaricie el aire.
Quiero dormir a gusto cada noche.
Quiero cantar a estilo de jilguero.
Quiero vivir y amar sin que me pese
este saber y oír y darme cuenta;
este mirar diario de hito en hito
todo el revés atroz de la medalla.
Quiero reír al sol sin que me asombre
este existir de balde, sobreviva,
con tanta muerte suelta por las calles.

Quiero cruzar alegre entre la gente
sin que me cause miedo la mirada
de los que labran tierra golpe a golpe,
de los que roen tiempo palmo a palmo,
de los que llenan pozos gota a gota.

Porque lo cierto es que me da vergüenza,
que se me para el pulso y la sonrisa
cuando contemplo el rostro y el vestido
de tantos hombres con el miedo al hombro,
de tantos hombres con el hambre a cuestas,
de tantas frentes con la piel quemada
por la escondida rabia de la sangre.

Porque lo cierto es que me asusta verme
las manos limpias persiguiendo a tontas
mis mariposas de papel o versos.
Porque lo cierto es que empecé cantando
para poner a salvo mis juguetes,
pero ahora estoy aquí mordiendo el polvo,
y me confieso y pido a los que pasan
que me perdonen pronto tantas cosas.
Que me perdonen esta miel tan dulce
sobre los labios, y el silencio noble
de mis almohadas, y mi Dios tan fácil
y este llorar con arte y preceptiva
penas de quita y pon prefabricadas.

Que me perdonen todos este lujo,
este tremendo lujo de ir hallando
tanta belleza en tierra, mar y cielo,
tanta belleza devorada a solas,
tanta belleza cruel, tanta belleza.

(Ángela Figuera Aymerich: "Belleza cruel", ed. Torremozas, 2002, pp. 13-14)

martes, 22 de enero de 2013

Mis tiranos favoritos (10).

     "RAMFÍS" TRUJILLO

      Corría el año 1961. El patriarca del clan Trujillo, Leónidas, recién blanqueado, se dirigía a desflorar a una chiquilla en su Casa Caoba. Aunque no pudo consumar, ni siquiera con su alma al final. Por el camino un comando con ganas de armarla le tendió una emboscada y le frió a tiros, rematándole para hacer la gracia con su propio revólver, un 38. A continuación le metieron en el maletero de un Chevrolet, con toda la sangre azul por ahí desparramada, y le abandonaron a su suerte, que no parecía muy buena ese día, hasta que la policía le encontró. Como se trataba de la República - o lo que fuese durante su Era - Dominicana, se apresuraron a componer un merengue: "El pueblo celebra / con gran entusiasmo / la Fiesta del Chivo / el 30 de mayo". Pero nasti de trincar a los asesinos.

     Su hijo Ramfís (bueno, es un decir, porque en realidad se llamaba de otro modo y lo había engendrado un cubano casi casual, muerto años más tarde en circunstancias misteriosas)... su heredero principal, para aclararnos, vivía en el extranjero, a causa de su desmedido amor a la patria. Coronel a los tres años - o cinco dependiendo de la versión -, general de brigada a los nueve, no pudo soportar tanta pasión por el país y como es lógico se volvió loco de los que van de casaca a los cócteles. Tuvieron que ingresarle en varios sanatorios de Europa para sacarle fuera lo que fuera que tuviese, que desde luego era serio, a base incluso de sesiones de electroshock... ¡y apenas tres años antes!. Conque al enterarse del magnicido no voy a decir que se le fuese la pinza, porque la ropa ya no la tendía hace tiempo, pero sí que lo suyo entró en una fase más de quitarse la máscara, de masacrar. Algo de verdad maligno. Cogió un avión de inmediato y se encontró al padre putativo ahí hecho un monigote de magnate, rodeado de bloques de hielo para que no se pudriese por fuera. Entonces juró venganzas a dolor: "Seré tan implacable como papi", bramó, y se enfundó el famoso 38 para llevarlas a cabo con él, vestido de general caribeño. Se inició a partir de ahí un período de auténtico terror: Ramfís contra todos. Hubo incluso niños de cuatro años sospechosos de colaboración, hacinados con otros al azar en verdaderas pocilgas. Un tipo murió de un infarto cuando le dijeron que la carne que acababa de comerse era de su hijo - así de bien le habían sentado al coco las terapias europeas. Hasta que por fin pudo balear a buena parte de los revoltosos (sólo uno se salvó) usando como colofón el revólver. Fue un 18 de noviembre, en la llamada Hacienda María. Como mami.

     Además de organizar violaciones en grupo y asesinatos masivos también tenía su cara amable, como bipolar de grado - y degradado a dolor - que era. En Hollywood le adoraban, se había convertido en todo un personaje de la farándula. Tuvo un short affair con Joan Collins según la prensa rosa, otro más prolongado al parecer con Kim Novak, y andaba por ahí obsequiando con visones y mercedes de todo tipo a la gente guapa, si eran mujeres mejor. En la época había una pegatina para parachoques en Los Ángeles que ponía: "Este automóvil no es un regalo de Ramfís Trujillo". En fin, que bordaba más el papel de galán latino de los tinglados, con bigotillo incluido, que el de ascético pastorcico de la patria. Él mismo se describía como idealista, susceptible y sentimental; de los que les da el síncope con la cope y te redecoran el país en un pispás, a zambombazos de corazón. Tal vez por eso la gente había empezado ya a perder del todo la capacidad aguante, y más o menos se le espetó con todos los respetos que si se piraba al exilio pues fenomenal. No muchos países estaban por la labor de acogerle, aunque como de costumbre por allí resoplaba España para lo que hiciese falta. Total, entre las legiones de bolingas guiris y las aborígenes no iba ni a notarse un abollado más - aparte de que papi había sido de los primeros en apuntarse en su día al club de cepillos del Generalísimo, y había buena onda con Franco Bahamonde. O sea, que fue bienvenido... Baste decir que su hija Aída (el sobrenombre de Ramfís proviene al parecer de un personaje de esa ópera) se había bautizado en el Palacio del Pardo, con el régimen al completo en el banquete. Unos ocho años después de su llegada tuvo una muerte muy jodibudiense, para no defraudar a la afición. Se estampó en un Ferrari plateado contra el Jaguar de la duquesa de Alburquerque en Alcobendas - vamos, que lo intentas y no te sale. Los dos se fueron, aparatosamente según la prensa rosca, al otro barrio - que era, por otro lado, su destino. En su caso La Moraleja.

lunes, 21 de enero de 2013

Dos poemas de Tadeusz Rózewicz.

REGRESO

De repente se abrirá la ventana
y mi madre me llamará
es tiempo de regresar

se abrirá la pared
entraré en el cielo con zapatos enlodados

me sentaré a la mesa y bruscamente
contestaré las preguntas

no me pasa nada dejadme
en paz. Con la cabeza entre las manos
sigo sentado. Cómo les
voy a hablar a ellos de este largo
y enredado camino.

Aquí en el cielo las madres con agujas
tejen bufandas verdes

zumban las moscas
mi padre dormita cerca de la chimenea
después de los seis días de trabajo.

No - no les puedo
decir que el hombre se lanza
a la garganta del hombre. 

.....

Entre tantos quehaceres
muy urgentes
he olvidado
que también es necesario
morir

imprudente
descuidé este deber
o lo cumplía
superficialmente

a partir de mañana
todo cambiará

empezaré a morir cuidadosamente
con sabiduría y optimismo
sin perder el tiempo

(Tadeusz Rózewicz: "Inquietud", ed. El Tucán de Virginia, 1993, pp. 26 y 59. Traducción de Jan Zych).

domingo, 20 de enero de 2013

"Ya no hay feria en Medina, buhoneros", un poema de León Felipe.

¡Miradla todos!... Está muerta...
¡Miradla!
¡Miradla!
Los que habéis vivido siempre arañando su piel,
removiendo sus llagas,
vistiendo sus harapos,
llevando a los mercados negros
terciopelos y lentejuelas,
escapularios y cascabeles...
y luego no habéis sabido conservar este viejo negocio que
     os daba pan y gloria...
quisierais que viviese eternamente...
¡Pero está muerta!
Miradla todos:
los que habéis robado su túnica
y los que habéis vendido su cadáver.
¡Miradla!... Miradla
los eruditos y los sabios:
los traficantes de la cota del Cid
y del sayal de Santa Teresa.
Miradla,
los chamarileros de la ciencia, que vendíais por oro macizo,
     botones huecos de latón...
Miradla.
Miradla,
los anticuarios,
los especialistas del toro y del barroco,
los catadores de cuadros y vinagre...
los castradores de colmenas que dabais cera a los cirios
     y miel a los púlpitos...
los que levantabais en las plazas vuestros puestos de avellanas y
     nueces vanas, y vivíais del rito hueco y anacrónico...
Los vendedores de bellotas para las gruesas cuentas
     de los rosarios...
y los fabricantes de metales para las medallas y los esquilones.
Miradla
los poetas del rastro, de la cripta y la carcoma,
y los viajantes de rapé y de greguerías.
Miradla
los pintores de esputos y gangrena,
de prostíbulos y patíbulos,
de sótanos y sacristías,
de cristos disfrazados y de máscaras...
que preguntabais aturdidos:
Y si España se salva... y si España no muere,
y si España se quita la careta,
se limpia la cara
y abre la ventana...
¿qué pintamos nosotros?
Miradla
los que estáis negociando todavía
con el polvo,
con la carroña
y con la sombra.
Miradla
los dialécticos,
los sanguinarios,
los moderados,
los falsificadores de velones
y los mercaderes de tinieblas
que en cuanto escuchasteis esta oferta:
"Toda la sangre de España por una gota de luz"
gritasteis enfurecidos:
"No, no; eso es un mal negocio".
Miradla
los que vivíais de la caza y de la pesca del turista
y los vendedores de panderetas.
Miradla
los mastines del 98, que en cuanto ganasteis la antesala
     dejasteis de ladrar,
pactasteis con el mayordomo, y ahora en el destierro
     no podéis vivir sin el collar pulido de las academias.
Miradla
los grandes payasos ibéricos que hicisteis siempre pista
     y escenario de la patria y decíais en el exilio: ¡Mi
     España, la tierra de mi España! En lugar de decir:
     ¡La arena de mi circo!
Miradla
los constructores de ratoneras
y el gran inventor de la contradicción y la paradoja,
     que se cogió las narices con su invento.
Miradla
los escritores de novelas y comedias que buscabais la
     truculencia y el melodrama y ahora, después de tres años
     de guerras y destrucción, habéis dicho: ¡Basta, ya
     tenemos argumento!
Miradla
los copleros de plazas y mercados que tenéis ya el cartelón
     pintado de almagre, las coplas hechas, la musiquilla y el
     guitarrón.
Miradla
los gitanos que adorabais el burro viejo y llenabais de
     flequillos y revueltos la capa y la canción para engañar al
     toro y al payo...
¡Ya no hay feria en Medina, buhoneros!

                                                  [Poema escrito en 1939]

(León Felipe: "El poeta canta en el viento. Antología poética (1920 - 1969)", ed. Círculo de Lectores, 1998, pp. 93-95).

jueves, 17 de enero de 2013

"Duermo esta noche en tu memoria", un poema de Yehuda Amijai.

Duermo esta noche en tu memoria,
aunque no sueñe contigo.
Ahora también tú has pasado de ser sopesada a pesar,
mientras nosotros, los vivos, nos hacemos más ligeros cada día,
sólo nuestros espasmos aumentan
y en apariencia mueven la balanza.

No sé si lo que buscaste
con tus ojos oscuros durante tu corta vida
lo encontrarás allí, pero puedo asegurarte
que la búsqueda aquí continuará, que no será como la búsqueda
de supervivientes de un naufragio, que se interrumpe
tras unos días o unas semanas.

Este verano debo volver a decidir
cómo seguir viviendo: como las plantas de verano,
duras y encerradas en sí mismas, o como la sandía,
que estalla con roja y desesperada felicidad.

Descansa en paz. Tu alma será devuelta allí
como una gran sorpresa. La mejoraste mucho
desde que te fue dada, sin darte cuenta la mejoraste.
Y los ángeles abrirán el hermoso paquete
con gritos de admiración.

Descansa en paz ahora: también el reloj muerto
tiene un momento de gloria al día, y de verdad.

(Yehuda Amijai: "GRAN TRANQUILIDAD: PREGUNTAS Y RESPUESTAS", ed. Cátedra (poesía), 2004, pp. 64-65. Traducción de Raquel García Lozano).

miércoles, 16 de enero de 2013

Tres poemas chinos clásicos (s.VII- s.XIV).

El padre trabaja la tierra en la vega,
el hijo arranca los matojos en la ladera.
Estamos en el sexto mes y el trigo no germina todavía,
y ya disponen los silos en casa del recaudador.
El labrador da la segunda arada bajo el sol cenital.
Poco se piensa que, en un tazón de arroz,
cada grano es producto de una penosa brega.

     Nie Yi-chong 
     (Dinastía T'ang y período
     de las cinco dinastías: 618-960)

.....

Cuchillos que recuerdan el agua.
Sal blanca que parece nieve.
Ella, con sus afilados dedos, desgaja otra naranja.
Ya comienza a estar tibia la alcoba de brocado,
y se aspira insistentemente el perfume de almizcle.
Sentada frente a mí, toca el laúd...
Me pregunta en voz queda:
¿Dónde vas esta noche?
Ya la tercera alerta dieron en la muralla.
Resbalará el caballo sobre la blanca helada...
¿No sería mejor que te quedaras?
¡La calle está tan solitaria!

     Cheu Pan Yen
     (Dinastía Song: 960-1279)

.....

Los caballos comen grano,
en la cuadra hay doscientos:
y comen cada vez quinientos celemines.
El año pasado fue muy seco; los hombres pasan hambre,
ya se han comido las raíces de las plantas, ahora comen la corteza del árbol.
Han requisado el grano para los caballos del Estado.
¡Los caballos son muy importantes; los hombres valen poco!
Los hombres no se atreven a quejarse:
desean que los caballos del gobierno estén gordos.
Si están gordos, los caballos del gobierno correrán veloces como el viento.
Hay disturbios en el Norte y en el Sur,
el general, para acabar con los bandidos, necesita caballos.

     Wu Se-tao
     (Dinastía Yuan: 1280-1368)

("Segunda antología de la poesía china (de Marcela de Juan)", Alianza Editorial, 2007, pp. 182, 200 y 243).

martes, 15 de enero de 2013

Mis tiranos favoritos (9).

     LEÓNIDAS TRUJILLO

     Tenía un nombre con empaque, de legendario rey guerrero espartano, casi de rey de la selva. No obstante con el apellido ya se volvía peleón a secas, un poco vino de oferta, y si a eso le añadimos que tenía la voz de pito y su mote desde la infancia ("Chapitas") pues en fin... que más que escocer pero bien al imperio persa posiblemente les habría animado a subir a degüello hasta Escocia. Además se echaba sus buenos polvos varias veces al día. Polvos de los de blanquear el careto, de los de ilustrado cateto, para gobernar más blanco que sus patrias vecinas. Si le comparase con Michael Jackson no sería el primero, aunque ése al menos sí era el rey del pop por derecho propio. Técnicamente Leónidas se había autoproclamado también rey vitalicio de la República Dominicana, claro que eso no cuenta, en la época y la zona se nombraba rey a sí mismo y así mismo hasta el macarra de los cocos maraca. Se repartía el poder como una baraja vieja. Él en particular como si estuviese solo en la partida, y jugando al monopoly además. El aceite, la sal, el cemento, la harina, los fósforos, las pócimas para la virilidad... sin límite. Ponía su nombre hasta en las matrículas. No en vano empezó en el oficio de cuatrero y luego se dedicó en sus raptos libres al robo postal, haciendo estafillas en las estafetas. Pero vamos, que lo más cerca que había estado de la realeza real fue cuando dirigió una especie de banda de Latin Kings conocida como "la 42". Estaban Alí Babá, los otros cuarenta de la cueva y él ahí batiendo la batuta.

     El Secretario de Estado de los EEUU, sin embargo, le consideraba uno de los más grandes hombres de América Central y de la mayor parte de Sudamérica. Leónidas The Great II. Aunque es probable que el menda no distinguiese entre las Termópilas y un termo a pilas, sobre todo si se lo explicaban muy deprisa. Los Secretarios de Estado USA son así, los sacas del anglo y se les empatona la lengua, se empachan como si estuviesen masticando caucho. Y matizar bien el español tenía su relevancia allí, bajo el mandato de Trujillo. Si no pronunciabas la "erre" como una avioneta podían confundirte con un nativo de Haití, y ay de ti. Decir por ejemplo corral con poca propiedad, como si fuese algo rojo submarino, era suficiente para que te metiesen en uno de ganado; o un machetazo corrector, como al perro de San Roque. Claro que al final le salió cara la cosa: 522.000 dólares de indemnización. Según las distintas cifras entre 25 y 29 $ se cobraron por cadáver, a cargo del presupuesto nacional para alpiste. No las familias de las víctimas, sino Sténio Vincent, el rapaz de al lado, en efectivo y con un efusivo abrazo. Para que se notase bien que, vitalicios o no, los dos eran vitalistas ante todos. El episodio se conoció como "la masacre de perejil" - no confundir con la gloriosa gesta española con viento de levante, que fue muy posterior. Se llamó así porque en muchos casos la palabra a decir correctamente antes del machetazo - o no - era esa: perejil. Si el Secretario de Estado de la american people se hubiese visto en semejante trance fijo que habría cambiado de manera radical su opinión sobre Leónidas. Es lo que pasa a veces por decir las cosas sin saber.

     Ordenó erigir 1880 estatuas en su honor. En los treinta y un años de reinada que se marcó salía a más de una a la semana, así que debía de tener más inauguraciones que granos de arroz desglosados para glasearse, ahí cortando cintas con toda la corte y la fanfarria y el tricornio de fantasía y fantasmón. Luego estaban los poetas locales, que no paraban de loarle a lo loco. Hasta 103 llegaron a reunirse en una antología para conmemorar los veinticinco años de la Era del Benefactor. Algunos eran nombres ya consagrados, como Juan Bautista, y otros un poco más inéditos, como Altagracia viuda de Noboa o el inefable Franklin Mieses, que se arrancaba en heptasílabos al menor despiste:  "¡Loor a ti, forjador / que al oso de la estepa / un vallador pusiste / con la excelsa presencia / de la palabra: Dios!". Para morirse de miedo con lo del oso mongol. Aunque sin duda la más brillante en la lista de los iluminados era su esposa María, Primera Dama de las Letras Antillanas. Era dramaturga ocasional, si bien su obra más célebre y alabada fue Meditaciones morales, una novísima fusión del pensamiento de las santas Teresa y Claus. Ambos se habían conocido en un intercambio de parejas, de los de leña al mono, cuando a ella la apodaban "la españolita" - hablo de los Trujillo- ; claro que después se arrepintió y abrazó con fuerza el catolicismo romano en lugar de al maromo de la vecina. A veces pasa - y como señaló el poeta ni dios dijo nunca que desear al hombre de la prójima fuese pecado, si nos ponemos ortodoxos. Conque al final había tenido una conducta cristiana más intachable que sus libros, y si alguien lo ponía en duda pues se lo cargaban y tan legal, que fue lo que le ocurrió al tipo que reveló lo del intercambio. O a Jesús de Galíndez, que tuvo el descaro de afirmar en su tesis La era Trujillo: un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana, que el hijo del rey Leónidas no era biológicamente suyo, entre otras osadías de la estepa. Fue secuestrado en Nueva York y después desaparecido, en una operación cuyo coste total superó el millón de dólares de los de entonces. Más o menos el doble de lo que costaba cercenar a veinte mil campesinos haitianos con acento ceceante. Aunque éste era profesor en la Universidad de Columbia, y vasco además, de los del PNV de la época. No resultaba tan simple atraparle con el truco de pronunciar la "erre" dura.
 




lunes, 14 de enero de 2013

Un poema de Antonio Rigo.

Madrugada del sábado.
Mi hermano entra en el comedor
con las venas abiertas.
Mi padre y mi madre duermen.
Hay sangre por todas partes,
en el pasillo en el baño en las mesas.
Hay sangre por todas partes,
en su cara en mis manos en las camisetas.
Cojo dos toallas y
se las abrazo ato aprieto a cada brazo.
Ayúdame, dice. Mi hermano pequeño.
Es un toro herido
es un corazón partido
es un alma ensangrentada.
También me he metido 37 pastillas
murmura, por dios por lo que más quieras
no te duermas, ahora no te duermas.
Y despierto a mis padres y con madre
no vamos hacia urgencias, no te duermas
por lo que más quieras no te duermas.
Le curan y cosen las heridas.
Le hacen un lavado de estómago.
En la habitación mi hermano duerme azul
el sueño del suero y los tranquilizantes.
Mi madre está sentada junto a él,
una mano en su frente otra sobre una venda.
Es una virgen pálida que llora al hijo
tumbado en una cruz inmensamente blanca.
Yo estoy en pie
junto a la gris ventana y
los turbios cristales.
Intuyo la luna roja
la noche oscura y
el asesinato del amor.
El río envenenado de mi hermano.
El bosque incendiado de mi hermano.
El toro joven herido de mi hermano.
Me lamo la sangre seca de mis manos
dibujo un suspiro en el aire y
pienso brutalmente en ti.

(Antonio Rigo: "masticando adelfa (OBRA REUNIDA 1991-2011)", ed. La Baragaña, 2012, pp. 90-91).

domingo, 13 de enero de 2013

Un poema de Guadalupe Amor.

Tal vez carezco de fe
por inquirir demasiado
y tanto haber indagado
lo que siendo no se ve;
mas hoy con certeza sé
que sólo habrá salvación
si aniquilo mi razón
y en silencio no investigo;
si mi cerebro mitigo
volviéndolo corazón.

(Guadalupe Amor: "Antología poética", ed. Espasa [Austral], 1956, pp. 92).

jueves, 10 de enero de 2013

"Los de la limpieza V", un poema de Ape Rotoma.

No hay que pasar mucho tiempo
en esta fábrica, donde todos te dan órdenes,
para concluir que se trata
de la mayor concentración de analfabetos
imaginable en el mismo sitio.

Pero es que ayer, mientras barría
mi escalera favorita, veo
cómo se acerca una bata blanca,
o sea, uno de los que dan órdenes,
como todos, claro que éstos
sólo dan órdenes.

Al rato, lo identifico.
Pasa por el segundo de a bordo,
es decir, el que está justo por debajo
del otro Gran Jefe Blanco al que sólo
se ve en la tele o cuando vienen ministros,
que acojona por lo tanto
a todo bicho viviente
y cuya nómina no puedo
ni imaginar sin dolor.

Me adelanto: "Buenos días".
"Buenos días -dice él-.
A ver, 'haceros'
el favor de limpiar
de una vez aquella puerta".

Tardé un rato en contestar, como alelado,
y es que me estaba preguntando (en serio)
de qué jodidos aceros hablaba el pavo,
y también, sólo después
de corregir mentalmente
el imperativo en erre, qué favor
pretendía que nos hiciéramos
(¿quiénes?) a nosotros mismos.

Me miró con esa cara
que pone uno al pensar
"este tío está drogado",
así que, bueno, no será un maestro
en el uso de la lengua castellana
pero desde luego
tonto del todo tampoco.

(Ape Rotoma, 2012. Sacado de su muro de facebook).

"Genio", un poema de Jorge M. Molinero.

Lo he leído,
ninguno lo pudo superar. Todos murieron
alcoholizados o drogadictos,
locos
depresivos. La mayoría se suicidó
antes de la treintena,

no pudieron saltar la sombra alargada
      de su padre
considerado un genio.

Por eso yo, ahora, en vez de escribir
el poema que me haga inmortal,
me tumbo en el sillón a escuchar a INXS
en calzoncillos. Me corto las uñas de los pies,
engordo con bollería industrial y me quejo de todo.

Es mi manera de apartar un peligro más
a mi pequeña Julieta.

(Jorge M. Molinero: "Amplia victoria de los traseros", autoedición, 2011, pp. 20).

miércoles, 9 de enero de 2013

Dos poemas de Miguel D'Ors.

HOMENAJE A RAMÓN

La mariposa es hija
de una flor y un aplauso.

.....

MÁS LÓGICA TEOLÓGICA

Tiene que ser muy duro
desgajarse de un golpe de todo lo que ha sido
nuestra vida.
                    Sin duda que por eso
hizo Dios las polillas,
las manchas indelebles, las mudanzas,
los ladrones y el IRPF,
la amnesia paragüística, los amigos que juran
que te devolverán el libro que les prestas
y esas tiernas, angélicas criaturas
que disparan penaltis junto a jarrones chinos.

También por estas cosas hemos de darle gracias
a Su amorosa y sabia Providencia:
así al menos el trance
no nos pilla completamente desentrenados.

(Miguel D'Ors: "El misterio de la felicidad [Antología poética]", ed. Renacimiento, 2009, pp. 162 y 180).

lunes, 7 de enero de 2013

Mis tiranos favoritos (8).

     BOKASSA I

     Bokassa I fue el apócope, el apodo de todopoderoso, ya que su verdadero nombre, con todos los troncos del árbol genealógico, era Jean Bedel Mindongon N'goundoulou Dondagdokanda Sesekelebolta A Da Diaye A Da N'zou A Da Zolavo A Da Kongue A Da Gagoula A Da Mohauzo A Da Zini A Da Dabogu Gbokossegoto Bokassa. Suerte que era rico porque si no a más de un guardia civil podría haberle entrado el siroco tecleando por triplicado. Y de lo más gallardo también, todo un figurín de uniforme. Llevaba tantas condecoraciones, las que él mismo se concedía y las que le daban de souvenir al salir de viaje - oficial no, superoficial -, que el sastre tenía que poner refuerzos tipo armadura para que la tela no se rasgase con todo el peso de su gloria. Como para que le hubiese salido una chepa con tanta chapa vamos. Pero con la pechera ya bien parcheada y recia y su casco de tribuno de la tribu estaba como para jalarse la posteridad de un ñasco. Con ese apellido además, que algunos hasta llegaron a pensar que era caníbal de la impresión; que les iba a masticar hasta con la onomástica. Para la entronización encargó una réplica del traje del mariscal Ney. No se creía Napoleón pero casi. Usó cetro y corona de medio kilo, de medio kilo de dólares de los de entonces, idénticos a los del corso. Toda la ceremonia en realidad, con sus bártulos y bataholas, fue una imitación de la de Bonaparte en Notre Dame, un suceso digamos sucedáneo. Con la excepción de que a Bokassa se le olvidó quitarse los laureles imperiales de la cabeza antes de ponerse la boina real y tuvo que repetir la jugada. Moviola, como decimos en Asturias, porque así no le encajaba ni haciendo fuerza.

     Por lo demás todo en orden... sólo se jodió el aire acondicionado. Unos quince de los treinta caballos de pura raza normanda expresamente traídos del Haras du Pin para la ocasión cascaron por el calor, uno de ellos en mitad del desfile, rodeado de letras "be" gigantescas. Parecía una versión gore de Barrio Sésamo el tinglado. Todas las casas reales del mundo declinaron la invitación a asistir, salvo el Príncipe de Liechtenstein y quizá el de Beckelar para los postres. El Vaticano excusó la ausencia del Papa diciendo que era demasiado viejo para el viaje, que a ver si se iba a empapar de más con el bochorno, y hasta sus compadres Mobutu y Bongo se quedaron en sus países, de pura vergüenza ajena. Sólo el Himno de la Coronación sonó triunfante: "El sucesor de Clodovico el Grande, / De los héroes de Grecia y de los galos, / De Carlomagno y de San Luis, / De Bonaparte y de De Gaulle / Es Bokassa, Caesar Augustus...". A bailar a bailar a bailar, alegres africanas... Para la pitanza se trajo entre otras exquisiteces un quintal de caviar, que es que ni cabía, y un pastel verde de siete pisos no identificado. Un horni. Los franceses, que colonizaban por allí en la sombra, ya se olían el ridículo atroz. Para empezar, ni siquiera comprendían del todo que el títere bocazas ese mutase en emperador napoleónico así de sopetón. No daban crédito, en todos los sentidos. Claro que entonces Bokassa amenazó con hacerse musulmán. Que se cambiase el nombre por el de Salaheddin Ahmed Bou Kassa, que era el que había escogido, no les intimidaba; casi mejor que el otro, más cortito. Aunque cuando ya se lanzó a quitar los croissants de los estantes y a poner medias lunas desde la bandeja a la bandera la cosa se volvió más turbia. Al final los francos le prestaron los francos para el engendro. Sabían que se movía a chispazos, como cuando se le pasó por el cacumen hacer una ciudad diminuta para los pigmeos. Cogía la ola según le venía, sin mirar y hasta sin mar. De modo que le llevaron de presente un genuino sablazo decimonónico y una fanfarria tronante enviada por el GLAM (Agrupación de Enlace Aéreo Ministerial) para dar glamour en el acto, y listo. El que no se divirtió fue porque no quiso. Que allí había a long some fun de la patríe para partirse.

    Le acompañaba la Emperatriz Catherine. Como cristiano ejemplar y devoto de la virgen que era, salvo por el desliz del islam, Bokassa había prohibido la poligamia por decreto. Quizá habían influido también en semejante decisión sus más de setenta esposas y las no se sabe cuántas amantes que tenía por ahí amontonadas. Era un seductor infalible: primero secuestraba, luego violaba y, en ocasiones, si había ido bien la cosa, se casaba. Se construyó una robusta fama de Casanova y casas nuevas como para alojar a diez regimientos, que sumando a los hijos puede que hasta los tuviese a su cargo. Culo veo culo quiero, así funcionaba lo suyo. Se le hacía agua la bokassa. Le pasó hasta con Brigitte Bardot... Y a quién no, vale, aunque en su caso no se cortaba lo más mínimo para lanzarse a morder. Tenía menos tacto que los caimanes de su particular foso. A la famosa actriz no se la podía forzar tan fácil, de modo que le envió un telegrama a París, a través de la embajada de la URSS: "la invito con los gastos pagados a mi corte de Berengo a fin de continuar su combate a favor de esos pequeños seres". Es de suponer que no se refería a los pigmeos locales, que con las chabolas de famobil ya iban a tener diversión para rato, sino a la conocida pasión por el animalismo de Brigitte - que se ve que no llegaba a tanto, porque rechazó la oferta. ¡Y eso que incluía un taburete en la corte y una piedra muy hermosa! Le faltó prometer que iba a soltar al león que tenía enjaulado tal vez. O mandar una foto de su enorme habitación con cama redonda de agua y espejos en el techo (¡y vídeo vhs!): juntos, mi querida artista lírica emérita, liberaremos a los espermatozoides oprimidos. Aquí mismo. Era, eso sí, igual que un cruce de Otelo y gallo de corral, celoso hasta decir basta, cosa que con semejante harén trajo no pocos quebraderos de cabeza. La de un chófer de la emperatriz por ejemplo, al que se la destrozó a bastonazos, y algunas otras de presuntos copuladores clandestinos que mandó abrir a hostias de cadena. Se gastaba más en espías para esposas que en sanidad, y así iba el país, claro. Según él era el papá de todos los centroafricanos, o sea que para qué seguir. Liadísimo estaba.