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miércoles, 17 de octubre de 2012

Sobre el alcoholismo de Dylan Thomas.

  "Es un error considerar a Dylan Thomas alcohólico. Bebía para producir una corriente de sentimientos entre el mundo exterior y él. Es verdad que, como los isabelinos, nunca probó más líquidos que los alcohólicos y hacía gestos de repugnancia si se le ofrecía té o café para desayunar, pero le bastaba la cerveza. En los cinco bares de Aldbourne nunca tomaba otra cosa. Bebía tranquila y lentamente desde las once hasta la una y más rápidamente por las tardes; su mejor momento era entre las siete y las ocho. Entonces se iba entonando y, sobre todo, si tenía el compañero adecuado, se animaba y crecía su locuacidad, a menudo con un tono bastante malicioso, pasando enseguida a su amplio repertorio de chistes verdes que contaba con gran entusiasmo, dándoles todo su sabor dramático. Cuando cerraban los bares se iba a casa de un amigo si era posible, acostándose razonablemente borracho hacia las doce o la una.

  (...) Cuando terminamos la última botella, temí por un momento que pudiera empezar a romper los muebles como se sabía que había hecho anteriormente al acabarse el alcohol, pero se marchó tranquilamente. Afuera brillaba la luna llena. Junto a la puerta de la calle había cuatro grandes basureros de metal que resplandecían a la luz de la luna. De repente, Dylan alzó las manos, como aterrorizado. - ¡Alí Babá! - exclamó. - ¡Alí Babá!".

  (Gerald Brenan: "Memoria personal, 1920-1975", ed. Alianza, 1979, pp. 480-481).

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